Tuesday, April 04, 2006

La escuela moderna

La escuela moderna
Francisco Javier Chaín Revuelta

La escuela liberadora, impulsada por el maestro español Francisco Ferrer Guardia, intenta sobre todo construir un clima de cooperación y de libertad contraria a la disciplina dictada desde arriba, que tenía por objeto garantizar la obediencia de los subordinados, sinónimo de ignorantes. Busca la necesaria armonía entre la proyección individual y la proyección social del individuo. Busca desterrar el egoísmo y promover la solidaridad. Por otra parte nada de castigos, premios o privilegios, que lo único que intentan proyectar sobre la conciencia del niño es el autoritarismo, la competitividad y el individualismo. En definitiva declara al hombre como entidad natural en sí misma que no puede ser sacrificado a la “razón de Estado”, liberándolo del flagelo de la ignorancia, verdadera e innegable causa de su esclavitud, desintoxicándole de la moral contaminada y pestilente para satisfacción de la cima de la pirámide jerárquica social.

Era de suponer que el régimen de coeducación y liberación que regía la moderna escuela, así como su dinámica igualitaria entre niños y niñas (más tarde nuestros hombres y mujeres) no iba a ser tolerado por las alimañas políticas o religiosas. Sobre todo en regímenes totalitarios, de cualquier calaña, donde juzgan el pensamiento como crimen de alta traición, donde no interesa que el pueblo piense, sino que obedezca aborregado y pasivo sin participar en las decisiones que le afectan.

El maestro Ferrer Guardia comentaba en sus obras “Nosotros no proponemos más que soluciones que hayan sido demostradas por los hechos, teorías ratificadas por la razón y verdades confirmadas por la verificación de pruebas. El objeto de nuestra enseñanza es que el cerebro del individuo llegue a ser el instrumento de su voluntad.” En esta forma de enseñar estaba el origen y el instrumento necesario para proyectar hacia niveles superiores de conciencia, sobre la que se podía construir una sociedad más adaptada a las autenticas necesidades humanas.

La escuela moderna condenaba cualquier tipo de violencia, viniese de donde viniese y fuese cual fuese el motivo de su origen; pero sobre todo, cuando por afectar a la libertad de pueblos enteros, era utilizada con fines revolucionarios; ya que el efecto inmediato, de estas acciones violentas no era otro que el de proporcionar argumentos al poder para justificar la represión, e implantar estructuras más totalitarias que las que se querían combatir. El Maestro Ferrer buscó otras vías que encontró en su Escuela cuya principal misión sería la de educar al niño en un ambiente libre, tanto de fanatismos partidistas como religiosos, planteando la necesidad de dotarla de los resortes adecuados para que ni profesores ni alumnos cayesen en la trampa (convencionalismos, dogmas incontestables, supersticiones, prejuicios, ignominias, mentiras seculares, etc.) sobre la que se apoya esta cautiva sociedad. Intentaba dar una alternativa valida a la escuela oficial de la época caracterizada por una potente sucursal dogmática, como un instrumento de opresión, con una locomotora que era la doctrina cristiana, con un profesorado cerril, con poca letra, mucho látigo y salvaje en toda ocasión (“¡la letra con sangre entra!”). Explicaba Ferrer que “hay dos maneras de enseñar: una que embrutece al niño y que lo inhibe para siempre de toda curiosidad intelectual y otra que, incrementando sus facultades, le infunde gusto por el saber, amor a la naturaleza y entusiasmo por la vida”. fjchain@hotmail.com

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