Judas Iscariote
Judas Iscariote
Fco. Javier Chaín Revuelta
La primera semana de marzo/06 National Geographic Society presentó un papiro en copto escrito por gnósticos del 300. Muestran al traidor como el discípulo favorito elegido para divina misión. La supuesta traición era encargo de salvación. "Serás mejor que todos los demás" le dice Jesús a Judas "porque sacrificarás el cuerpo de hombre del que estoy revestido" La noticia no es nueva pero trae a debate los motivos de Judas.
Hace 100 años Nils Runeberg en la Universidad de Lund publicó Kristus och Judas. La 1ª edición de 1904 lleva el epígrafe ¿Quién se resigna a buscar pruebas de algo no creído por él o cuya prédica no le importa? Antes, en 1857, se había previsto que No una cosa, todas las cosas que la tradición atribuye a Judas Iscariote son falsas. Se había especulado que Judas entregó a Jesús para forzarlo a declarar su divinidad y a encender una vasta rebelión contra el yugo de Roma. Sin embargo Runeberg vuelve a cuestionar que para identificar a un maestro que diariamente predicaba en la sinagoga y que obraba milagros ante miles de hombres, no se requiere la traición de un apóstol. Ello sin embargo ocurrió. Suponer un error en la escritura es intolerable; no menos intolerable es admitir un hecho casual en el más preciado acontecimiento en la historia del mundo. La traición de Judas no fue casual; fue un hecho prefijado que tiene su lugar misterioso en la economía de la redención. Runeberg escribe que el Verbo, cuando fue hecho carne, pasó de la ubicuidad al espacio, de la eternidad a la historia, de la dicha sin límites a la mutación y a la muerte; para corresponder a tal sacrificio, era necesario que un hombre, en representación de todos los hombres hiciera un sacrificio condigno.
Judas Iscariote fue ese hombre. Judas, único entre los apóstoles, intuyó la secreta divinidad y el terrible propósito de Jesús. El verbo se había rebajado a mortal; Judas, discípulo del Verbo, podía rebajarse a delator (el peor delito que la infamia soporta) y a ser huésped del fuego que no se apaga. El orden inferior es un espejo del orden superior; las formas de la tierra corresponden a la formas del cielo, las manchas de la piel son un mapa de las incorruptibles constelaciones; Judas refleja de algún modo a Jesús. De ahí los treinta dineros y el beso; de ahí la muerte voluntaria, para merecer aún más la Reprobación. Así dilucidó Nils Runeberg el enigma de Judas.
Enseguida todos los teólogos lo refutaron. Lo acusaron de ignorar la unión hipostática, de renovar la herejía de los docetas que negaron la humanidad de Jesús, de contradecir el tercer versículo del capítulo veintidós del evangelio de San Lucas. Cuando San Quintín lo tachó de absurdo Runeberg tuvo que reescribir el reprobado libro proponiendo, en lugar de teológicas, razones morales. Admitió que Jesús, “que disponía de los considerables recursos que la Omnipotencia puede ofrecer no necesitaba de un hombre para redimir a todos los hombres” también destacó que fue uno de los apóstoles, uno de los elegidos para anunciar el reino de los cielos, para sanar enfermos, para limpiar leprosos, para resucitar muertos y para echar fuera demonios (Mateo 10: 7-8; Lucas 9:1) Un varón a quién ha distinguido así el Redentor merece de nosotros la mejor interpretación de sus actos. Imputar su crimen a la codicia (como lo han hecho algunos, alegando a Juan 12:6) es resignarse al móvil más torpe. Runeberg al reescribir propone móvil contrario: un ilimitado ascetismo. El asceta para mayor gloria de Dios, envilece y mortifica la carne; Judas hizo lo mismo con el espíritu. Renunció al honor, al bien, a la paz, al reino de los cielos, como otros prelados, que menos heroicamente, renuncian al placer de la pobreza. fjchain@hotmail.com (060408)
Fco. Javier Chaín Revuelta
La primera semana de marzo/06 National Geographic Society presentó un papiro en copto escrito por gnósticos del 300. Muestran al traidor como el discípulo favorito elegido para divina misión. La supuesta traición era encargo de salvación. "Serás mejor que todos los demás" le dice Jesús a Judas "porque sacrificarás el cuerpo de hombre del que estoy revestido" La noticia no es nueva pero trae a debate los motivos de Judas.
Hace 100 años Nils Runeberg en la Universidad de Lund publicó Kristus och Judas. La 1ª edición de 1904 lleva el epígrafe ¿Quién se resigna a buscar pruebas de algo no creído por él o cuya prédica no le importa? Antes, en 1857, se había previsto que No una cosa, todas las cosas que la tradición atribuye a Judas Iscariote son falsas. Se había especulado que Judas entregó a Jesús para forzarlo a declarar su divinidad y a encender una vasta rebelión contra el yugo de Roma. Sin embargo Runeberg vuelve a cuestionar que para identificar a un maestro que diariamente predicaba en la sinagoga y que obraba milagros ante miles de hombres, no se requiere la traición de un apóstol. Ello sin embargo ocurrió. Suponer un error en la escritura es intolerable; no menos intolerable es admitir un hecho casual en el más preciado acontecimiento en la historia del mundo. La traición de Judas no fue casual; fue un hecho prefijado que tiene su lugar misterioso en la economía de la redención. Runeberg escribe que el Verbo, cuando fue hecho carne, pasó de la ubicuidad al espacio, de la eternidad a la historia, de la dicha sin límites a la mutación y a la muerte; para corresponder a tal sacrificio, era necesario que un hombre, en representación de todos los hombres hiciera un sacrificio condigno.
Judas Iscariote fue ese hombre. Judas, único entre los apóstoles, intuyó la secreta divinidad y el terrible propósito de Jesús. El verbo se había rebajado a mortal; Judas, discípulo del Verbo, podía rebajarse a delator (el peor delito que la infamia soporta) y a ser huésped del fuego que no se apaga. El orden inferior es un espejo del orden superior; las formas de la tierra corresponden a la formas del cielo, las manchas de la piel son un mapa de las incorruptibles constelaciones; Judas refleja de algún modo a Jesús. De ahí los treinta dineros y el beso; de ahí la muerte voluntaria, para merecer aún más la Reprobación. Así dilucidó Nils Runeberg el enigma de Judas.
Enseguida todos los teólogos lo refutaron. Lo acusaron de ignorar la unión hipostática, de renovar la herejía de los docetas que negaron la humanidad de Jesús, de contradecir el tercer versículo del capítulo veintidós del evangelio de San Lucas. Cuando San Quintín lo tachó de absurdo Runeberg tuvo que reescribir el reprobado libro proponiendo, en lugar de teológicas, razones morales. Admitió que Jesús, “que disponía de los considerables recursos que la Omnipotencia puede ofrecer no necesitaba de un hombre para redimir a todos los hombres” también destacó que fue uno de los apóstoles, uno de los elegidos para anunciar el reino de los cielos, para sanar enfermos, para limpiar leprosos, para resucitar muertos y para echar fuera demonios (Mateo 10: 7-8; Lucas 9:1) Un varón a quién ha distinguido así el Redentor merece de nosotros la mejor interpretación de sus actos. Imputar su crimen a la codicia (como lo han hecho algunos, alegando a Juan 12:6) es resignarse al móvil más torpe. Runeberg al reescribir propone móvil contrario: un ilimitado ascetismo. El asceta para mayor gloria de Dios, envilece y mortifica la carne; Judas hizo lo mismo con el espíritu. Renunció al honor, al bien, a la paz, al reino de los cielos, como otros prelados, que menos heroicamente, renuncian al placer de la pobreza. fjchain@hotmail.com (060408)
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