Sunday, April 09, 2006

Miércoles Santo

Miércoles Santo

Francisco Javier Chaín Revuelta

La cuaresma (46 días) comienza el miércoles de Ceniza y termina el domingo de Resurrección, en ella la iglesia preceptúa abstinencia y ayuno algunos días, en memoria de los cuarenta que ayunó Jesucristo en el desierto. La última semana de cuaresma, desde el Domingo de Ramos hasta el de Resurrección se llama Semana Santa.

Jesús fue recibido en Jerusalén. Tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro gritando:¡ Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor y el Rey de Israel! (Juan 12) Todo el mundo se ha ido tras él. Algunos griegos piden a Felipe ver a Jesús. Con Andrés lo pide al Señor que responde “Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. En verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él sólo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! Padre, glorifica tu Nombre”

Vino entonces una voz del cielo “Le he glorificado y de nuevo le glorificaré” la gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían “Le ha hablado un ángel” Jesús respondió “No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros. Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” Decía esto para significar de qué muerte iba a morir. La gente le respondió “Nosotros sabemos por la Ley que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo dices tú que es preciso que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?”

Jesús les dijo “Todavía, por un poco de tiempo, está la luz entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas; el que camina en tinieblas, no sabe a dónde va. Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz” Dicho esto, se marchó Jesús y se ocultó de ellos. Aunque había realizado tan grandes señales delante de ellos, no creían en él; para que se cumpliera el oráculo pronunciado por el profeta Isaías: Señor, ¿quién dio crédito a nuestras palabras? Y el brazo del Señor, ¿a quién se le reveló? No podían creer, porque también había dicho Isaías: Ha cegado sus ojos, ha endurecido su corazón; para que no vean con los ojos, ni comprendan con su corazón, ni se conviertan, ni yo los sane. Isaías dijo esto porque vio su gloria y habló de él. Sin embargo, aun entre los magistrados, muchos creyeron en él; pero, por los fariseos, no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga, porque prefirieron la gloria de los hombres a la gloria de Dios.

Jesús gritó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí. fjchaín@hotmail.com (060411)

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