Cinco revoluciones
Cinco revoluciones
Fco. Javier Chaín Revuelta
Aunque toda clasificación no deja de ser arbitraria, esta nota invoca la de Freeman y Louca en cinco eras tecnológicas fundamentales de los cambios históricos del capitalismo. A partir de la Revolución Industrial se aceleró el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo, en la cual un avance tecnológico u organizativo central plantea nuevos requerimientos que se arrastran por un tiempo para dar lugar a un nuevo brote brusco que se define como revolución tecnológica. La continuidad está determinada, por un lado por el creciente papel del conocimiento a través de la ampliación de la base epistemológica de la tecnología y por otro lado, cambios inducidos en la organización social planteados por el propio desarrollo productivo.
Marx capta la continuidad y la discontinuidad del progreso tecnológico al plantear la unidad del sistema de máquinas. Cada uno de sus tres componentes, a saber, máquina herramienta, máquina motriz y máquina de transmisión, experimentan en sucesión cambios revolucionarios que imponen transformaciones posteriores en los otros componentes. Esta es la noción que se toma como base para encontrar la lógica que relaciona una revolución con otra y por ende la especifidad de las mismas, en particular de la última.
Los tres elementos fundamentales de la primera era tecnológica (Algodón, energía hidráulica e hierro) se reforzaron mutuamente para elevar la capacidad de producción industrial en Inglaterra a partir de 1780. El impulso inicial derivó del uso creciente del agua como medio de transporte y fuente energética, como resultado de lo cual el sector más receptivo: textiles de algodón creció rápidamente. El crecimiento de la producción de textiles de algodón se basó en la maquinización, primeramente en la hiladura con la lanzadera mecánica de Arkwrigh. Pero esta primera producción fabril presentaba dos problemas: a) las máquinas fabricadas con hierro no forjado eran quebradizas; b) las fuentes hidráulicas estaban territorialmente muy dispersas, lo que obligaba a desconcentrar la industria. El primer punto se resolvió relativamente pronto con el uso del hierro forjado mediante el método “Puddling”, cuya producción se aceleró a partir de 1790. El uso generalizado del hierro forjado transformó la industria de la maquinaria. Sin embargo las limitaciones energéticas persistieron porque la máquina de vapor de Watt tuvo un ritmo de difusión muy lento debido a problemas técnicos no resueltos.
La construcción de la máquina de vapor de alta presión a principios del siglo XIX, constituye el pivote de la segunda revolución industrial. Esa innovación fue posible por los avances precedentes en la producción de máquinas herramientas con hierro forjado de menor costo. También hubo una inducción de demanda creada por las necesidades energéticas y de transporte derivadas del crecimiento de la industria textil. El arribo del transporte ferroviario, con la inauguración de la línea Liverpool-Manchester en 1830, abarató el transporte y el costo de la energía declinó aun más gracias a la rápida movilización de los stocks de carbón. Comprendiendo las causas científicas y económicas que mueven el destino de los hombres es más fácil entender sus actitudes y propósitos, y acaso, intervenir en los cambios de rumbo. Abaratar energía y transporte para utilidad pública no parece un mal camino. (060425)
fjchain@hotmail.com
Fco. Javier Chaín Revuelta
Aunque toda clasificación no deja de ser arbitraria, esta nota invoca la de Freeman y Louca en cinco eras tecnológicas fundamentales de los cambios históricos del capitalismo. A partir de la Revolución Industrial se aceleró el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo, en la cual un avance tecnológico u organizativo central plantea nuevos requerimientos que se arrastran por un tiempo para dar lugar a un nuevo brote brusco que se define como revolución tecnológica. La continuidad está determinada, por un lado por el creciente papel del conocimiento a través de la ampliación de la base epistemológica de la tecnología y por otro lado, cambios inducidos en la organización social planteados por el propio desarrollo productivo.
Marx capta la continuidad y la discontinuidad del progreso tecnológico al plantear la unidad del sistema de máquinas. Cada uno de sus tres componentes, a saber, máquina herramienta, máquina motriz y máquina de transmisión, experimentan en sucesión cambios revolucionarios que imponen transformaciones posteriores en los otros componentes. Esta es la noción que se toma como base para encontrar la lógica que relaciona una revolución con otra y por ende la especifidad de las mismas, en particular de la última.
Los tres elementos fundamentales de la primera era tecnológica (Algodón, energía hidráulica e hierro) se reforzaron mutuamente para elevar la capacidad de producción industrial en Inglaterra a partir de 1780. El impulso inicial derivó del uso creciente del agua como medio de transporte y fuente energética, como resultado de lo cual el sector más receptivo: textiles de algodón creció rápidamente. El crecimiento de la producción de textiles de algodón se basó en la maquinización, primeramente en la hiladura con la lanzadera mecánica de Arkwrigh. Pero esta primera producción fabril presentaba dos problemas: a) las máquinas fabricadas con hierro no forjado eran quebradizas; b) las fuentes hidráulicas estaban territorialmente muy dispersas, lo que obligaba a desconcentrar la industria. El primer punto se resolvió relativamente pronto con el uso del hierro forjado mediante el método “Puddling”, cuya producción se aceleró a partir de 1790. El uso generalizado del hierro forjado transformó la industria de la maquinaria. Sin embargo las limitaciones energéticas persistieron porque la máquina de vapor de Watt tuvo un ritmo de difusión muy lento debido a problemas técnicos no resueltos.
La construcción de la máquina de vapor de alta presión a principios del siglo XIX, constituye el pivote de la segunda revolución industrial. Esa innovación fue posible por los avances precedentes en la producción de máquinas herramientas con hierro forjado de menor costo. También hubo una inducción de demanda creada por las necesidades energéticas y de transporte derivadas del crecimiento de la industria textil. El arribo del transporte ferroviario, con la inauguración de la línea Liverpool-Manchester en 1830, abarató el transporte y el costo de la energía declinó aun más gracias a la rápida movilización de los stocks de carbón. Comprendiendo las causas científicas y económicas que mueven el destino de los hombres es más fácil entender sus actitudes y propósitos, y acaso, intervenir en los cambios de rumbo. Abaratar energía y transporte para utilidad pública no parece un mal camino. (060425)
fjchain@hotmail.com
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